Todo a la vez

Nunca hay demasiado tiempo, o eso pienso cada vez que te subes al tren ante la idea de que no te vuelva a ver. No hace falta que me lo cante una canción, que me lo diga un gurú del carpe diem, que resuene cada vez… Todo a la vez.

Nunca es demasiado triste, pensar en los años malgastados cuando veo de lejos las oportunidades regaladas. Con tanta paciencia y amor, con todo eso que le sobra a tu rock sin roll (que a mi no me engañas gruñón).

Nunca es demasiada épica, la vida que invento y que vivo de señoritas que cuidan cosas que precian. “¿No estarás guardando el castillo cuando la batalla está perdida?” De rodillas, beso el suelo.

A veces vuelves y sigue todo en pie, a veces no. Y otras veces, complejamente, es todo eso a la vez.

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