Tantas

Tantas palabras se dicen, tantas. Vacías, huecas, de manual. Tantas sandeces, tantas, las veces que quise escuchar algo real. Tantas que he querido acallar, que se me atragantan en el fondo del vaso. Sustentan castillos de azúcar seca que rechinan en los dientes de una vieja. Tantas banalidades que me dan ganas de taparte la boca. Chorros de palabras, una detrás de la otra, que básicamente resbalan por mi espalda mojada. Tantas las veces que he querido salir corriendo, colgar, dormirme en tu cara. Tratando de pasar el día trato de atragantarme a veces. Son tantas cosas que salen de la mente, que entran por los ojos, que se quedan pegadas en el cerebro. Y es que de tantas palabras que podía leer hoy, solamente deseaba una y media. Lo sé, una caprichosa irremediable y por cosas como esta ya me salió otra cana. Tanto, tanto tengo que aprender que debería guardarme más en lugar de jugar a perder. Que le voy a hacer si siempre deseé tantas palabras que nunca escuché. Tan pocas de otros que me sobraban, saliva que malgastaste, un tiempo que no me ahorré. Hoy me guardo las mías aunque haré un apunte: si no quieres que reproche nada, no te contradigas. Porque hay no-palabras que duelen más que un discurso. Porque hay imágenes que dicen más que mil palabras, y ausencia de ellas que no necesitan descripción. Solo silencio, hielo y un día más para seguir buscando la persona que soy. Nadie me dijo nunca que hacerse más viejo es perder un poco más la esperanza. Tantas veces he caído, y sabemos que cuando duele, no necesitamos tantas palabras. Tan poco es lo que busco que me sobran tantas… tantos… que madre mía, qué de días para crecer.

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