Azul

Me encanta el color azul. El azul del mar, del cielo. De tus ojos sinceros. De las cosas que más me gustan. Porque todo lo que me gusta, en realidad, es azul. Y no puedo dejar de mirar.

Cuando escribes sobre mi espalda, cuando juegas con mi pelo, cuando se te cruzan dos cables, cuando susurras su nombre, cuando te oigo que me miras, cuando ablandas tu ego, cuando subimos y bajamos, cuando reímos y lloramos… y coges la acuarela. Y llenas de nubes el cielo. Y llueve sobre nosotros. Y nos dormimos pensando lo que pensamos, sintiendo lo que sentimos y diciendo lo que callamos. Y llenas de esquemas el día para romperlos por la noche, para esperar a que yo vuelva suplicando que me digas ‘hola’ con los ojitos de siempre. Y siempre es cuando nos damos cuenta, de que en realidad, no nos hace falta el teatro.

Un momento azul vuelve para quedarse con nosotros, vuelve para pedirnos que cojamos el pincel y el cariño, y cubramos los momentos negros con risas y chorradas. Vuelve para recordarnos que el frío sigue por unos meses, que la noche es larga y sincera, que retumban los pasos en avenidas-desierto y puñaladas sorpresa se esconden en la siguiente esquina. Ese momento vuelve para cogernos de la oreja y ponernos frente a frente. Sonreímos de nuevo, más que suficiente. Porque acuérdate que un día me dijiste que el azul es un color primario, no necesita de los demás para generarse. Somos el azul pequeño, tu y yo. Píntame el cielo.

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