Coste de oportunidad

Hoy me ha dado por pensar en el coste de oportunidad. No tenemos más que observar el fluido devenir de nuestras vidas, interrumpidas por las decisiones que tomamos, que nos llevan a caminar por las sendas que decidimos tomar. A esas rutas a las cuales no podemos retroceder, a eso, yo le llamo coste de oportunidad. Sin entrar en mayores divagaciones, me encontraba yo pensando en esas cosas que no podemos disfrutar, tener, saborear, vivir (pero sí soñar, señores) simplemente, por el hecho de que disfrutamos, tenemos, saboreamos o vivimos otras. Es así de sencillo y así de complicado. A este respecto alguien alzaría la voz y diría: "hermanos, somos libres, podemos decidir como personas que somos". Y como personas que somos, yo le digo que sí, podemos decidir: decidir renunciar a cosas por tener otras. No somos Dios. No somos omnipotentes, omniscientes, omnipresentes.

Y así, a lo tonto, hemos llegado a la conclusión de que no somos libres; almenos en el sentido en que el mundo se empeña en vendernos. Que podemos llevar un short y enseñar el culo en pleno centro de la ciudad, que sí. Pero no pretendamos que nos tomen como a una tipa seria, por más que una se empeñe en izar la bandera de la libertad y del mundo moderno... ¿Acaso alguien ha visto a Michelle Obama enseñando sus nalgas en plena Big Apple? Pues eso señores, pues eso...

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