Por qué brillan las estrellas

Las estrellas no tienen nombre, no tienen rostro, no tienen dueño. 

Las estrellas siempre se esconden por el día, su guarida. Son animales nocturnos que se hacen los remolones cuando suena el despertador a las seis.

Se confunden con los focos que desean eclipsar su brillo, pero ellas... por más que las luces artificiales de la ciudad se empeñen, siempre siempre brillan.

Viven como locas enredadas con las nubes, dibujando con humo de cigarro sus sueños más hastiados.

Se preguntan porque las miran, así de lejos, con tubos de cristal. Y apuntan lo que dicen, lo que hacen, lo que son... las coordenadas de su vida, son tinta y aritmética.

Las estrellas son sencillas, son trocitos de Dios. Son naturales, inalcanzables... son así porque lo son. Y por eso generan envidia, porque no tienen que aparentar nada. Son preciosas sin esfuerzo, por metódica razón.

Nadie sabe porque brillan, las estrellas ahí tan alto. Pero no es ningún secreto... el corazón que llevan dentro les late muy fuerte y les genera todo ese encanto.

Pero no todos se percatan, de que exiten las estrellas. Su naturaleza las hace invisibles, a la polución de algunas miradas que viven ciegas. Miran gachos, hacia el suelo. Solo ven lo que está fuera.

Ellas son tímidas, y quieren esconderse, pero no consiguen nada. Los rayos de sol lo intentan, pero la tierra gira, y a las nueve la pantomima termina con el inicio de la velada.

Son amigas de la luna, que las mira con deseo. Son pequeñas, son de fuego. Son magnéticas y espejos.

Si quieres ser una de ellas, no te empeñes en brillar. Porque así no serás una estrella, serás plástico artificial.
Si no quieres serlo y simplemente quieres verlas en el cielo: enhorabuena, eres una estrella. Lo que estás viendo, son las luces de la ciudad que te miran con recelo.


"Las estrellas son esas cosas que brillan, sin querer brillar. Tú eres una estrella"






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